Cuando Aries distorsiona su energía diáfana y directa, ese impulso de autoafirmación, y esa apremiante necesidad natural de conquistar la cumbre más inaccesible se convierte en una ambición irrefrenable e incendiaria. Si esto sucede, estos seres juntan presión, hierven de una furia que los ensombrece y se vuelven temerarios e imperativos, al punto de lastimarse y lastimar. Por eso es fundamental para ellos escalar y encontrar salidas que le den lugar a ese fuego primal que los define, pero hacerlo con la necesidad de alinearse con la fuerza generosa de su fuente interna, siguiendo su intuición (que la tienen y muy poderosa) y tomándose el trabajo de no confundir valor con conflicto.
Cuando en esa búsqueda de certezas que prodigan “bien-estar” y satisfacciones constantes, Tauro olvida la función receptiva que tiene con el Universo viviente, es poseído por el lado más oscuro de su propio arquetipo y se convierte en esclavo de un apetito voraz por encontrar en el afuera algo que finalmente nunca encuentra (porque todo está adentro).
En ese caso estos seres se ensombrecen por el miedo a perder “lo permanente” y caen sin poder parar en la compulsión a devorar absolutamente todo (lo que sea: desde ropa y alimento hasta dinero e incluso una relación). Cuando Tauro pierde el real sentido de su viaje energético, que es desarrollar fuerza interior para que el zodiaco ancle firmemente y de manera segura, se desvanecen las cualidades amorosas de Venus (su planeta regente), se desdibuja su belleza y pierde vitalidad.
Géminis pierde brillo y energía cuando no puede ejercitar alternativas, cuando no puede comunicarse, cuando se siente encerrado o atrapado sin salida. Este signo se deleita en el placer de aprender y de asombrarse de todo lo que ve, pero logra hacerlo siempre y cuando los desafíos de la vida a los que se enfrenten no requieran demasiada paciencia.
Es que esta energía no acepta quedarse encajada en el surco. Se aparta como reacción, no solo de aquello que la hace sentir impedida de moverse con la libertad que necesita, sino también cuando se enfrente a una situación que toque su intimidad y la estremezca. En ese caso tartamudea, se dispersa, habla por demás y disfraza la realidad, mintiéndose a sí mismo y a los otros.
Si lo de todos los días se vuelve demasiado mecánico y si las relaciones se tornan demasiado asfixiantes, sin que exista la posibilidad de entrar y salir, Géminis desactiva su frescura y clava el aguijón de su mente aguda e incisiva, escondiéndose detrás de una armadura fría, cruda, examinadora y mental.
La tranquilidad doméstica es vital para Cáncer, allí esta energía desarrolla su cualidad nutritiva. Es en espacios reducidos e íntimos donde estos hombre y mujeres florecen y pueden practicar ser independientes, para luego salir al universo con confianza y mejor abastecidos. Pero cuando por algún motivo este refugio no está, el miedo bombardea. Esta energía se siente mortificada si se ve abandonada. En ese caso circula por los cancerianos una sensación de peligro que los deja reducidos a una agotadora desnudez, sonámbulos, deambulando, encerrados en un refugio mental que los anestesia para no sentir, que los vacía y los desestabiliza.
Cáncer tiene que atreverse a abrir límites, a salir del “nosotros y los otros”, a concentrarse en un crecimiento libre de lazos de dependencia emocional. Romper el muro del lamento y el miedo a ser, es uno de los mayores desafíos para estos seres que cuando logran descubrir su luz interior, se afianzan y se transforman en lo nutritivos que naturalmente son, en energías generadoras de vida y amor.
Leo se desmorona, su luz se opaca y se tuercen los caminos de su energía creativa y vital, cuando las pasiones egoístas del orgullo le ganan territorio a la humildad. En este caso, estos seres de corazón abierto se instalan en un lugar tan autosuficiente (y a la vez tan inseguro) que dejan de irradiar sabiduría, y comienzan a establecer relaciones que no logran ni siquiera acercarse a la profundidad de un intercambio recíproco y estimulante, que sí logran cuando surge la generosidad.
Se requiere mucha honestidad y un enorme valor para enfrentar los tentadores deseos de un narcisismo que suele ser muy fuerte en todos los humanos, pero especialmente en Leo. Cuando la competitividad y la comparación los saca de eje, comienzan a construir una estructura basada en arenas movedizas, sin soporte firme, y es ahí cuando dejan de ser los reyes del cosmos. Ante la sensación de ser ignorados, estos seres se cierran, pierden espontaneidad, se descentran. Se vuelven incapaces de quererse bien a sí mismos, y más aún de iluminar y centrar a los demás, que es la función para la que esta quinta energía de la rueda zodiacal llega al Universo.
El desafío es ganar confianza sin perderse en los vericuetos de estar demasiado centrados en sí mismos, para poder brillar ante los demás, honrando a una individualidad positiva, espiritual, vital, cargada de amor.
Detrás de la coherencia lógica de Virgo, de la necesidad de abordar una vida tranquila, reflexiva y sin sobresaltos, se esconde el control que los salva de hacer contacto con esa energía abismal de su opuesto, Piscis.
Cuando la línea divisoria que resguarda la personalidad criteriosa y adecuada de los virginianos no es tan firme y ese universo pisciano inabordable logra escaparse y se cuela y manifiesta al fin en su escenario exterior, estos seres ponen el freno de mano, sacan la regla y el compás y se escudan en la compulsión de ser útiles y en la necesidad de medir absolutamente todo. Es que le temen al vacío y a lo absoluto que se encuentra ahí, latiendo secreta pero permanentemente bajo su piel.
El desafío es atreverse a soltar el refugio de la estrechez, a salir del “marco”, a aflojar el miedo a explorar los reinos de su naturaleza interior, que es ilimitada y mágica. Cuando Virgo se obliga a llevar su atención hacia adentro, logra escuchar lo que su esencia nutritiva y sabia tiene para revelarle, y es ahí cuando estos seres comienzan otra parte del camino.
Una de las cosas más difíciles para estos seres energéticamente luminosos y sensibles es lograr despojarse de formalismos y de la necesidad de complacer a todos en la vida.
Es visiblemente clara la capacidad libriana de saber qué les pasa a otros y cómo hacer sentir bien a quienes tienen al lado. Estas personas se cobijan en la seducción y en negar el conflicto, porque ir al frente y mostrarse entraña el peligro a ser descubiertas en su gran dependencia emocional con los demás. Indiscutiblemente tienen que aprender a salir del mecanismo que dice: “Si confronto, si no soy complaciente, si juego mi propio deseo (que es diferente del deseo del otro), si en mi totalidad hay desequilibrio, se va la magia de mi encanto y corro el riesgo de ser ignorado”.
No es hipocresía lo que hay detrás de esa máscara de amabilidad y buenas intenciones, es miedo a romper la perfección. Cuando estos seres, para quienes el acuerdo es su atmósfera esencial y natural, descubren que el equilibro real no es estático y que todos compartimos una red invisible conformada por millones de expresiones singulares que se mueven en un mismo río de energías, su corazón se serena, conectan con su genuino deseo y se revela en ellos la verdadera ley de la belleza del cosmos, que todo, y a todos, incluye.
No es fácil llegar a lo más profundo de estos seres que saben escuchar y guardarse los más innombrables secretos de otros, pero logran hacer permanecer en silencio sus emociones complejas con un control impenetrable que no tiene fisuras.
Lleva tiempo trasponer las defensas escorpianas y cavar hasta encontrar sus elementos más sombríos, pero ahí están, guardados como tesoros escondidos detrás de una puerta blindada y una máscara misteriosa e intrincada que los vuelve atractivos y temibles. Aunque les atraen los conflictos, se alteran ante las peleas y se vuelven irracionales si no se aceptan sus razones como las más acertadas o no se respeta su lugar de poder.
Pero lo que verdaderamente les hace perder los estribos viene por el lado de sus relaciones más profundas. Cuando alguien deja de elegirlos, se sienten traicionados, entran en pánico y en crisis, y toda su inseguridad se manifiesta dramáticamente. Es entonces que estos seres dejan de poder manejar lo incontrolable y pierden fuerza, aunque por fuera se muestren como hielo.
El miedo al abandono y la humillación empantana y destruye el búnker de poder de estos hombres y mujeres que se mueren por dentro cuando su punto débil se ve desguarnecido. Igual, tarde o temprano resucitan, (porque está en su ADN el saber cómo hacerlo) y lo hacen más fortalecidos, luego de una lección aprendida y firmada con sangre.
Sagitario no sólo busca traer circunstancias que auguren un presente bien documentado y bien nutrido, y un futuro auspicioso y excitante, ellos buscan extenderse hasta lo desconocido y aventurarse a hacer viajes que alimenten su mente y enriquezcan su alma y su humanidad con todo lo que sea posible. Aprenden a dirigir sus miradas hacia objetivos que amplíen su prosperidad y abogan por causas sociales que beneficien a todos.
Cuando están solamente instalados en la mente, y lejos del corazón, predican de manera arrolladora sus creencias, sintiendo que tienen “la posta” de todo, y así se convierten en seres congestionados de afirmaciones que ya no salen de su sabio interno, sino de un ego que esconde inseguridad y miedo a ser confrontado.
Si su espíritu no es todo lo amplio que sí es esta energía en lo más elevado y lo más puro de su manifestación, se pierden en leyes estrictas y fundamentalistas cargadas de soberbia. Reconocer otras aristas de un asunto en cuestión y soltar la convicción de que la información que él tiene viene directamente de dios, y de lo más divino, es el desafío que este arquero tiene que enfrentar.
Cuando se abre auténticamente a las señales de la mente universal (que por cierto todos recibimos), se expresa como un visionario capaz de levantar a las almas más desgastadas y oprimidas, y entonces su maestría se vuelve verdaderamente sanadora.
Los anillos de Saturno, planeta que rige la energía de Capricornio, bien podrían simbolizar los sistemas de control del ego, que se tiñe de soberbia cuando siente miedo y se endurece. Si estos nativos llegan al extremo de la planificación y la obsesión por llegar a la cima, reprimen su esencia y se encierran hasta perder sabiduría.
Ellos saben como nadie entrenar habilidades, establecer patrones funcionales, asentarse en estructuras perdurables y sólidas, ofrecer formas seguras de vivir y hacerse cargo de manera efectiva e impecable de todos y de cualquier emprendimiento en el que se involucren.
Alcanzar el propósito y prepararse para un ascenso inevitable es la hazaña elegida de esta energía que cuando sólo se mueve en el circuito regido por el “debo” y el “tengo que”, padece, sufre y se queda sin recursos. Descalificar la experiencia espiritual y subjetiva que también conforma a estos nativos, los deja estancados y bloquea el sentido de su verdadera existencia.
En la madurez de su proceso evolutivo, Capricornio es capaz de cuidar y de formar a los hijos del planeta con una determinación inquebrantable. Cuando estos seres no se cristalizan, le dan paso a la luz, se convierten en piedras preciosas y son capaces de ofrecer la inteligencia y la maestría que guía el proceso de crecer.
Si bien en nombre de la comunidad este signo mueve montañas y con el espíritu libre con el que experimenta la vida aporta una energía reformadora, llena de ideas brillantes el planeta entero, estas personas pintorescas y extrañas tienen que aprender a ampliar su tolerancia.
Tienen que lograr reunir los poderes interiores de Saturno y Urano: uno apuesta a la conservación de lo propio y el otro a crear un futuro abierto para todos. Instalarse en uno u otro de los planetas sin tener en cuenta la totalidad que los conforma, los deja encerrados en una prisión interior muy estrecha. Ese es su talón de Aquiles.
Detrás de esa cualidad rebelde que se ve a simple vista, en los acuarianos que están escindidos anida secretamente un patrón muy inamovible, entonces buscan imponer un cambio que sólo se haga a la medida y a la manera de ellos. “Los que no se pinten el pelo de violeta no entran al juego”, dice este tipo de nativos que imponen soluciones extremas, apartándose de los principios más elevados de esta energía cuando está pura. Mucho Saturno en la mente los aplasta y los deja poco creativos e inflexibles. Demasiado Urano los excita, les quita el sueño, los vuelve eléctricos y locos. El enorme desafío de estos seres es lograr el equilibrio entre la energía magnánima, pura y colectiva de Urano y la serenidad de la tierra saturnina.
Cansados del viaje y de sobrellevar las circunstancias de la vida terrena intentando elevar el espíritu humano, estos nativos buscan un lugar seguro, un santuario, volver a la fuente donde su energía se pueda renovar y descansar antes de comenzar un nuevo ciclo de realizaciones.
Si no logran encontrar este “vaciado” en su mundo cotidiano a través del arte, de la naturaleza, de una vocación, de hacer servicio, de entregar su amor a una causa o a un amor, pierden la posibilidad de honrar todo camino recorrido, pierden la inocencia y se desilusionan de todo y de ellos mismos. Cuando Piscis no encuentra el cuenco donde poder aliviar la añoranza de la pureza original que guarda en su más profunda intimidad, esta energía crea fantasías, visiones distorsionadas, sospechas, racionalizaciones compulsivas o apegos y se confunde.
A veces, logran darle curso a esta vocación por dar a conocer la sublime verdad de que la fragmentación que se ve por fuera no es tal y encuentran lo sagrado de su propia vivencia en cada circunstancia. Pero otras veces no lo logran y tratando de esconder el dolor de la impotencia, desarrollan una perspectiva retorcida que los lleva al caos.
El secreto es que puedan hacer contacto con su sabiduría interior, que viene a confirmarles que todo está ordenado. Cuando recuerdan, hasta lo más caótico tiene sentido en función de experimentar esa totalidad que tan profundamente vibran y saben. Es ahí cuando encuentran su cielo en la tierra.