Necesitas verlo, sobre todo cuando aún estás en esa nube idílica del principio donde todo es perfecto. Cuando estás feliz con la relación y con la compañía del otro, y más aún si lo amas, no puedes esperar a volver a encontrarte con él. Como decía el zorro del Principito: “Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, a partir de las tres empezaré a ser feliz. A medida que se acerque la hora me sentiré más feliz. Y a las cuatro, me agitaré y me inquietaré; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes en cualquier momento, no sabré nunca a qué hora vestirme el corazón… Los ritos son necesarios”. Si descubres que horas antes de vuestra cita estás nervioso, ¡tienes el primer síntoma!
Cuando realmente amas al otro, tratas de conocerlo mejor, te preocupas por sus cosas y tratas de apoyarlo y celebrar con él las etapas de su vida. Si no sientes el mínimo interés por lo que le sucede está claro que no sientes algo fuerte por él. Pero ¡ojo!… Muchas veces confundimos el amor con un simple juego de dependencia. Debes mostrar interés por la persona amada, pero jamás ponerlo por encima de tus propias preocupaciones. Intentar establecer un equilibrio entre sacrificio y egoísmo.
¡Bling! Una nueva notificación. Y es esa persona. El corazón está bailando el ‘cha cha cha’… Y da igual que sea un emoticon, un me gusta o un ‘tengo ganas de verte’. Si se te pone cara de tonto nada más ver la pantallita iluminada es que estás perdido.
Echar de menos es un sentimiento poderoso. Y aunque se perciba de manera negativa a veces es un incentivo para avivar la llama del amor. Dependiendo de la distancia o la situación puede ser más o menos difícil de tolerar, pero si realmente le quieres, ese anhelo puede ser la prueba definitiva de que estás enamorado. Nunca sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, o hasta que tomamos perspectiva. Puede ayudarte a aclarar tus sentimientos si te distancias un paso para coger carrerilla en el caso de que le ames. Esto no quiere decir que tengas que renunciar a tu individualidad, sino que no puedes vivir sin él, pero sí disfrutas de su compañía y quieres que forme parte de tu vida.
Cuando uno se encuentra en un buen lugar de repente siente ganas de proyectar, de pensar en el futuro, de imaginar una familia o un modo de vida. Sé que es algo que puede asustar, pero es inevitable. Si habéis hablado de cómo serían vuestros hijos, dónde os gustaría vivir o planes de futuro juntos… ¡No engañáis a nadie!
Inevitablemente cuando piensas en la relación te sientes feliz y pleno. Si cada vez que hablas de la relación o piensas en esa persona se te dibuja instantáneamente una sonrisa, está claro que estás enamorado. El mejor síntoma es que te hace feliz.
Cuando te sientes cómoda en una relación y confías en el otro, puedes ser tú mismo. Y esto no es sólo un síntoma de que le quieres, sino que es una relación sana y verdadera. Si disfrutas siendo tú mismo a su lado, es
que tenéis una relación basada en lo real y no un simple idilio romántico.
Cuando realmente amas al otro te sientes feliz y no puedes ocultarlo. Te encuentras en un buen lugar y quieres contarle a todos lo bien que te hace esta relación. Si tus amigos no paran de decirte que eres muy pesado hablando de tu nueva relación… Afortunadamente, ¡estás enamorado!
Pero lo más importante es que si estás enamorado no tengas miedo y lo expreses. Pase lo que pase, no te conviertas en alguien incapaz de amar y aceptar lo que siente.