La Numerología reduce todos los números de varios dígitos en los números de un solo dígito de 1 a 9 con la excepción de tres números llamados “maestros” 11, 22, 33. A estos números se les atribuye un significado propio y una serie de propiedades que los diferencia de todos los demás números.
Algunos practicantes entusiastas de Numerología se han interesado especialmente en los números maestros porque, como su nombre lo indica, piensan que representan algo que supera lo mundano y lo material. Incluso en las últimas décadas algunos investigadores esotéricos han adoptado como números maestros todos los que tienen dobles dígitos idénticos (44, 55, 66…). Ello se debe probablemente porque los “números maestros” aguijonan nuestra curiosidad y nuestra búsqueda de lo sensacional dentro del dominio irracional.
Sin embargo no existen fundamentos históricos o tradicionales que justifiquen estas opiniones, que no sea la de una amplificación del efecto del digito que se presenta en doble. Por ejemplo, la influencia numérica del 5 sería más poderosa en el 55 que en el simple numero 5. Y que tal vez se encuentren en el número 55 ciertas influencias que pueden atribuirse al número 1, reducción teosófica del 55…
En los tres números maestros tradicionales, el 11, el 22 y el 33, el poder no sólo se le atribuye al hecho de que ellos se componen de dígitos idénticos, sino también por esas cifras son el 1, el 2 y el 3, respectivamente.
Se puede imaginar la fusión de una energía masculina imparable, la del guerrero más fuerte, más impulsivo y agresivo, con la supremacía de la diosa más intuitiva, femenina, y astuta. Incluso todo eso no revela la verdadera esencia del número maestro 11 que representa el potencial de empujar los límites de la experiencia humana hasta el nivel más alto de la percepción espiritual, donde se efectúa el vínculo entre lo mortal y lo inmortal, entre el hombre y el espíritu, entre la oscuridad y la luz, la ignorancia y la iluminación. Esta es la esencia simbólica del número 11.
La capacidad de alcanzar la iluminación espiritual (el 11), hace que sea una realidad en el mundo material (el 22), y luego lo utiliza para elevar a los demás hacia la iluminación (el 33), lo que refleja la magnitud del camino de la vida humana, simbolizado por los tres números maestros.
Con el fin de pasar de la altura de la comprensión espiritual, simbolizada por el 11, a un nivel aun más alto de discernimiento divino debemos llegar a una experiencia de madurez espiritual en el mundo material, como se refleja en la 22. El paso final, la realidad divina de un verdadero Maestro espiritual, requiere un nuevo impulso sobrehumano de realización espiritual simbolizado por el número 33.